La Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro,
a través del Museo de Arte de Querétaro,
y en colaboración con SURA Asset Management
le invitan a la inauguración de la exposición conmemorativa
del 31 aniversario del MAQRO
“CHUCHO REYES. EL TIEMPO DEL COLOR”
CHUCHO REYES. EL TIEMPO DEL COLOR
El trabajo de Jesús Reyes Ferreira, con una esencia que es tradicional y moderna a la vez, con mucho color y de carácter popular y festivo.
El color es un elemento definitivo de su pintura, utilizando la técnica del temple que preparaba combinando anilinas con agua hirviendo y cola vegetal. Técnicas y diseños, de un colorido más estridente, ligados a ciertos aspectos de la mexicanidad.
«Chucho» Reyes que aunque en ocasiones se ha dicho que posee la influencia del arte popular mexicano, en realidad éste no fue una influencia ni un punto de partida ni una inspiración en su obra, sino que todos los gallos, los ángeles, los cristos, las «calacas» (esqueletos humanos) y los caballos que él pintó a grandes trazos espontáneos y vivísimos colores sobre papel de china, son arte popular que aspira por su propio derecho al nivel de gran arte, cargados de un contenido mítico, en la medida que representan un mundo simbólico de figuras casi extraterrenales, metafísicas y de carácter religioso. Se trata de una cosmogonía íntima y personal.
La singular obra de Chucho Reyes es la expresión de esencias mexicanas. La vivacidad del color, la espontaneidad del trazo, la figuración en un primer plano sobre fondos chillantes y la aparente trivialidad de sus motivos, son rasgos de identidad popular susceptibles de emparentarse tanto con el expresionismo europeo como con el barroco mexicano, sin inclinarse ante ninguno de los dos.
La modesta actitud de Chucho Reyes se ve reflejada en los materiales que el artista eligió para plasmar sus obras. En vez de lienzo y óleo, usó papel de china preparado por él mismo. En ocasiones el artista une dos o más papeles con el fin de alcanzar matices más idóneos para sus temas.
CHUCHO REYES. SEMBLANZA
Chucho Reyes, como comúnmente se le conocía, decía que él no pintaba, embarraba y de esa manera se liberaba de toda regla. Su consigna fue la de ser feliz, tener ilusiones y muchos pendientes. Nació en Guadalajara, Jalisco en 1880 y creció en un ambiente familiar donde se respiraba la cultura y el arte. Apenas concluyó la educación elemental, abandonó los estudios y, aunque sin necesidad económica, pues siempre gozó de una posición desahogada, se metió a aprender cómo se fundía el metal precioso y más tarde encargó trabajos en plata de sus propios diseños. También visitó carpinterías y ebanisterías en las que obtuvo las primicias de una sabiduría que luego daría sus mejores frutos cuando se convirtió en experto anticuario.
Su formación plástica la inició a partir de los 17 años, trabajando como empleado en la casa Pellandini de Guadalajara, exclusivo almacén de materiales de arte, grabados y objetos art nouveau. Aquí Chucho dio las primeras muestras de su sensibilidad y gusto a través de la ornamentación de los aparadores o escaparates.
En 1911 falleció su padre y, ese mismo año, se asoció con Alfredo «El Mago» Vázquez para el diseño de muebles que ambos produjeron además de continuar como decorador de salones de fiestas, iglesias, los tradicionales altares de Dolores y hasta plazas de toros.
Es la ciudad de Guadalajara donde se inició en el difícil oficio de anticuario y envolvía las piezas que vendía en papeles de china, donde plasmaba coloridos dibujos de su mano, que luego buscaban sus clientes y se los pedían, ya no como meras envolturas, sino como creaciones independientes. También se relacionó con los orfebres que trabajaban la plata, a los que diseñaba piezas que aún hoy día pueden admirarse. Alrededor de 1920, se formó en Guadalajara el Centro Bohemio constituido por los propios artistas de la ciudad donde estos se reunían para organizar conferencias o discutir y comentar lo que estaba en boga. Ahí se gestaron algunos conceptos que influyeron en el arte mexicano del siglo XX.
El constante contacto que tenía Chucho Reyes con el medio artístico y su propia vocación, hicieron que comenzara a expresar espontánea y naturalmente ese mundo interior que había ido cristalizando con los años.
Chucho no solo se movió en el campo del arte, su entusiasmo alcanzó también al mundo de los títeres y del circo que posteriormente ocupó un sitio relevante como tema de sus «papeles». Este mundo de payasos, caballos, leones y ecuyères, su estridente color, su ambiente festivo y estrambótico, pasó a formar parte definitiva de su quehacer artístico.
En la segunda mitad de los años treinta Chucho Reyes se estableció definitivamente en la ciudad de México donde fue huésped del magnate Francisco Iturbe en el Palacio de Iturbide y, concluidas las obras de reconstrucción en su propiedad de la calle Milán, se mudó a ésta que sería su casa definitiva, la cual siempre estuvo abierta a múltiples y célebres amigos entre los cuales se contaban los poetas Carlos Pellicer y Salvador Novo; los historiadores Justino Fernández y Edmundo O’Gorman; los pintores Juan Soriano, Raúl Anguiano, Xavier Guerrero, Diego Rivera, Frida Kahlo, Siqueiros y Juan O’Gorman entre otros; los arquitectos Barragán y Goeritz.
Reyes impulsó en gran medida el arte popular en su país y en el mundo como también la arquitectura. Se convirtió en consejero estético y sus proposiciones fueron escuchadas con gran interés. Los arquitectos admiraban de él su sentido infalible para los colores, materiales y texturas.
Según su sobrino David, Chucho nunca realizó una obra en caballete, los papeles los extendía en una mesa del patio y pintaba por el placer de hacerlo.
Cuando Chucho Reyes visitó a Marc Chagal en el Palacio de Bellas Artes, le regaló algunas de sus creaciones plásticas que llamaba humildemente «papeles». El pintor ruso las extendió y admirado agradeció el regalo y le dijo: «Tu eres el Chagal mexicano», elogio más que merecido.
Siqueiros, artista muralista, decía que «no era un pintor folklorista sino un auténtico y gran creador de raíz popular… el estilo popular le sale de adentro del cuerpo, de la emoción y no del intelecto o la cabeza. Así es Mexicano en forma integral y un ejemplo de estética para todos nosotros.»
En alguna ocasión Picasso, cuando vio un «papel» comentó: «¡Que frescura! Debe ser un artista muy joven» cuando Chucho estaba a punto de cumplir los setenta años.
Su primera exposición individual fue en 1962, en el Palacio de Bellas Artes, luego de casi medio siglo de incesante actividad. Jesús Reyes Ferreira falleció en 1977 en la ciudad de México. Su energía, tesón e intuición creativa lo catalogan como un clásico de la pintura mexicana.
Inauguración: Viernes 20 de septiembre de 2019, 20:00
Permanencia: 23 de febrero de 2020
Museo de Arte de Querétaro
Allende 14 sur,
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